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El paisaje luce (se no-oye) desolador. El dictamen parece absoluto. Aunque, ¿qué es este “descuido”? Una desviación, un error, un árbol deficiente, explicarían un genetista exacerbado o cualquier otro disciplinador del estilo.
Pero no es nada de eso. La naturaleza es diferencia, revelación, rebeldía. No hay cosa que pueda ser totalitaria frente a sus energías: diversidad, creación, reivindicación, aleatoriedad. Es vida aún dentro del pretendido orden, brutalmente normalizador.
Tal aquí, en la foto.